Desde estudios etológicos, psicológicos y neurobiológicos, hoy se entiende que buena parte de los animales, entre ellos el humano, nacen con la impronta del vínculo de apego como forma de supervivencia, el cual es regulado por un sistema de control del apego de base evolutiva con sesgos comportamentales específicos para el aprendizaje de cada especie y que su desarrollo adecuado se asocia a formas de interacción social temprana con la madre o cuidador primario (Waters & Cummings, 2000), materializadas a través de procesos de comunicación emocional, fluida y directa caracterizados por la expresión mutua de sentimientos, así como el reconocimiento de las necesidades e intenciones del otro (Bowlby, 1989).
Una persona que desde su nacimiento ha vivido experiencias de interacción sensibles, confiables, de cooperación y de disponibilidad emocional de sus cuidadores primarios y ha sido cuidada de manera responsiva, protectora y amorosa desarrolla un sentimiento de seguridad en sí mismo y en los demás, lo cual le permite establecer relaciones saludables, duraderas y gratificantes. Dicha experiencia y sentimiento de seguridad, manifestado en la capacidad de usar a otro como base de seguridad (Base Segura- BS-), queda guardado en la memoria a manera de un modelo operante interno que se actualiza cada día de la vida a la hora de gestionar relaciones con el otro, y se materializa a través del uso del lenguaje y los patrones de comunicación Este modelo o representación operante de las personas significativas y del sí mismo se construye en las interacciones cotidianas con los cuidadores de infancia y refleja la forma con ellos tratan al niño y lo que le comunican a través del lenguaje (Bowlby, 1989). En el mismo sentido, se plantea que las experiencias de relación tempranas generan expectativas que se generalizan al sí mismo y a los demás. No obstante, es importante aclarar que aunque esas representaciones emergen temprano en el desarrollo, las experiencias posteriores de la vida con personas en relaciones significativas como las parejas románticas y los amigos cercanos, las pueden modificar (Waters, Hamilton, & Weinfield, 2000; Waters & Cummings, 2000).
La evidencia investigativa en este campo de conocimiento ha mostrado que para que una madre pueda generar base segura en su hijo es necesario que ella misma la posea, a partir de sus experiencias afectivas y de comunicación abierta con sus cuidadores familiares primarios y, por lo mismo, materialice prácticas comunicativas con libertad y sin restricciones emocionales, lo cual le permitirá reconocer y conectarse con las señales y necesidades comunicativas de su hijo; lo mismo aplica para cualquier tipo de cuidador primario (Main, Kaplan, & Cassidy, 1985). En el mismo sentido, estudios posteriores de observación de las interacciones de madres con sus bebés y niños en edad preescolar han mostrado que las pautas de comunicación en relaciones vinculares seguras, las díadas se expresan sentimientos y emociones positivas y negativas, conversan de manera libre temas personales y variados, y se observa así mismo, comunicación directa a través de contacto visual, expresión facial y vocalizaciones, a diferencias de las díadas en relaciones de apego inseguras (Bowlby, 1989; Waters & Cummings, 2000; Etzion-Carasso & Oppenheim, 2000; Thompson, 2000 ). Con base en lo anterior, si se desea sembrar la semilla de las relaciones sociales saludables para una mejor sociedad es necesario empezar por determinar si desde la crianza se está generando la base segura y si la comunicación entre madres/padres/cuidadores y sus niños van en esa dirección, para luego determinar posibles formas de acción que nos conduzcan a ello.
En procura de abonar ese terreno para el caso el colombiano, la presente apuesta se nutre de los desarrollos psicológicos de Waters & Rodríguez-Doolabh (2004), Waters & Waters (2006) y Vaughn, y otros, (2007) en los que se diseñó y validó un instrumento (The prompt-word outline method) para evaluar el uso del fenómeno de la base segura en la adultez. En nuestro proyecto se busca reconocer las formas de manifestación de la base segura en madres jóvenes a partir de sus relatos, lo que nos lleva a abordar el incierto umbral de la relación entre representaciones mentales y lenguaje en uso i.e. el discurso, en este caso narrativo. En concreto, con este proyecto se propone la construcción de una heurística para determinar el nivel de manifestación del Guion de Base Segura (GBS) en relatos ficticios creados por madres jóvenes. Se toma la acepción del término heurística que hace referencia a un procedimiento mental en el que se soluciona inteligentemente un problema aplicando conocimiento y se representa a través de una regla sencilla cuya aplicación automática orienta de manera eficiente la toma de decisiones (fuentes bibliográfica?). El GBS es un modelo mental que representa una sucesión de eventos en los que un infante sabe tomar a su madre como base de seguridad para emprender acciones de exploración del contexto, y su madre responde asertivamente a sus necesidades ayudándole a superar las dificultades y retomar el curso de la exploración (Waters & Waters, 2006). Se asume que si una madre posee el GBS, este se activará a la hora de inventar historias en las que uno de sus personajes se encuentra en una situación conflictiva y/o de peligro para la cual requiere la ayuda de otro personaje.
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